El sol se ponía sobre el puerto de Busan, tiñendo el mar de un suave tono dorado en aquel mes de junio de 1936. Yeon Jeong caminaba por la orilla, perdida en sus pensamientos, sintiéndose ajena al mundo que la rodeaba. De repente, un canto melodioso rompió el silencio, llamando su atención. Siguiendo aquella melodía, se adentró en las aguas, donde una figura misteriosa emergió de entre las olas: una hermosa sirena con ojos profundos como el océano.
Yeon Jeong sintió cómo su corazón latía con fuerza, como si aquel encuentro estuviera predestinado. La sirena le habló con voz dulce, revelando que había venido por ella, cumpliendo una antigua promesa. "Sígueme", le susurró, "hacia el lugar donde la felicidad eterna aguarda".
Intrigada y emocionada, Yeon Jeong se aferró a la mano de la sirena y se sumergió en las profundidades del mar, dejando atrás su vida pasada. La oscuridad bajo el agua parecía envolverlas, pero Yeon Jeong no sentía miedo, solo una intensa determinación de descubrir qué les deparaba el destino en ese reino sobrenatural.
Mientras avanzaban, las aguas se iluminaron con una luz brillante y cálida, revelando un paisaje marino deslumbrante y mágico. Yeon Jeong se preguntaba si, al fin, encontraría la felicidad siendo ella misma en aquel lugar de ensueño. Pero pronto descubriría que la felicidad verdadera no siempre es lo que parece, y que el precio a pagar por ella podría ser más alto de lo que jamás habría imaginado.
El destino de Yeon Jeong y la sirena estaba entrelazado en un torbellino de emociones, secretos y traiciones que desafiarían su amor y su cordura. En medio de las aguas del mar de junio, se desataría una historia de drama, romance y lo sobrenatural, donde la lucha por la verdadera felicidad llevaría a ambos personajes por un camino de redención y sacrificio inesperados. La pregunta seguía resonando en la mente de Yeon Jeong: ¿podría realmente encontrar la felicidad siendo fiel a sí misma, incluso en un mundo tan fantástico y desconocido como aquel en el que ahora se encontraba?