En el silencioso atardecer, el eco de la tristeza resonaba en cada rincón de sus corazones. María y Lucía se encontraban frente a frente, enfrentando la cruel verdad que amenazaba con separarlas para siempre. Habían luchado juntas, habían conquistado desafíos inimaginables, pero ahora se veían atrapadas en un laberinto de dolor y desesperación.
María, con lágrimas en los ojos, finalmente rompió el silencio. "No puedo seguir adelante si no estás a mi lado, Lucía. Tú eres mi melodía, mi razón de ser."
Lucía miró fijamente a los ojos de María, sus emociones en guerra dentro de ella. "Yo también siento lo mismo, María, pero nuestras vidas están destinadas a seguir caminos divergentes."
Un repentino destello de determinación iluminó los ojos de María. "Entonces, cambiemos nuestro destino. Creemos nuestra propia melodía, una en la que podamos estar juntas, contra viento y marea."
Con un nudo en la garganta, Lucía asintió, sus corazones latiendo al unísono en un pacto de amor eterno. Juntas se prepararon para desafiar al mundo, dispuestas a escribir su historia de amor en las estrellas, desafiando a la tristeza con cada paso que daban hacia un futuro incierto pero lleno de promesas. La melodía de la tristeza se desvanecía, reemplazada por la fuerza imparable del amor verdadero.