En la tranquila mañana de un día de primavera, los rayos del sol se filtraban a través de las cortinas de la habitación. Miré a mi lado y vi su rostro sereno mientras dormía. Éramos más que amigos, menos que amantes. Vivíamos bajo el mismo techo, compartiendo momentos, risas, y secretos que solo nosotros conocíamos.
Pero algo en mí había cambiado. Mis sentimientos se estaban volviendo más intensos, más confusos. ¿Cómo podía ser que alguien tan cercano se sintiera tan distante a la vez? Intentaba racionalizar mis emociones, pero la presencia constante de su aroma, su risa, su sonrisa, lo complicaba todo.
Una noche, mientras estábamos viendo las estrellas desde el balcón, nuestras miradas se encontraron en un instante de silencio. Fue entonces cuando su mano buscó la mía, y su suave voz rompió el vacío: "¿Qué somos realmente, tú y yo?". Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras buscaba desesperadamente una respuesta que nunca antes me había atrevido a formular en voz alta.