Cuando Yuuri vio por primera vez a Lilith entrar a la mansión, sintió que el mundo se detenía por un instante. Su belleza era deslumbrante, pero también había algo en su mirada que lo intrigaba. Cada día, mientras observaba a Lilith realizar sus tareas, Yuuri no podía evitar notar que algo no encajaba. ¿Por qué se sonrojaba cada vez que él le hablaba directamente? ¿Por qué sus ojos brillaban con complicidad cuando pensaba que nadie la veía?
Un día, mientras ambos estaban limpiando el estudio, Yuuri decidió romper el hielo. "Lilith, ¿por qué actúas de forma tan misteriosa a mi alrededor?", preguntó con una sonrisa inocente. En lugar de responder, Lilith se acercó lentamente a él, con una chispa traviesa en sus ojos. "Tal vez, joven maestro, es porque guardo un secreto que solo tú puedes descubrir", susurró, haciendo latir el corazón de Yuuri con fuerza.
Desde ese momento, la mansión se llenó de risas, bromas inocentes y miradas cómplices. Yuuri se encontraba cada vez más intrigado por la enigmática Lilith, mientras ella luchaba por mantener su fachada de sirvienta serena y profesional. Los corazones de ambos latían al unísono en un baile de emociones prohibidas, donde la inocencia se mezclaba con la picardía en un juego peligroso del que ninguno de los dos quería retirarse. ¿Qué secretos se esconden detrás de las miradas furtivas y las sonrisas encantadoras? ¿Quién sucumbirá primero al abrumador deseo que crece entre ellos?