El reloj marcaba la medianoche cuando Luna se paró en el borde del puente, mirando fijamente las aguas oscuras que fluían debajo de ella. La luna llena brillaba en el cielo, iluminando su rostro sereno pero lleno de dolor. Sus ojos reflejaban una mezcla de tristeza y determinación mientras recordaba las palabras de su amada Estrella: "No podemos estar juntas, es imposible".
El viento frío soplaba a su alrededor, agitando su largo cabello negro como una tormenta interna. Luna titubeaba entre el deseo de renunciar y el anhelo de luchar por su amor prohibido. ¿Debería seguir adelante o rendirse a la oscuridad que amenazaba con consumirla?
En medio de su conflicto interno, un susurro suave rompió el silencio de la noche. Luna se giró para ver a Estrella parada detrás de ella, con los ojos brillando con una intensidad que nunca antes había visto. Sin decir una palabra, Estrella se acercó a Luna y la abrazó con fuerza, rompiendo todas las barreras que habían construido a su alrededor.
En ese instante de unión etérea, Luna comprendió que su amor era más fuerte que cualquier obstáculo, que juntas podían desafiar la gravedad de la medianoche y elevarse hacia un nuevo amanecer lleno de esperanza y redención. Juntas, se sumergieron en un abrazo profundo y sincero, sellando su pacto de amor eterno bajo la luz plateada de la Luna.