Bajo el manto de la noche, Lacey se deslizó por las sombrías calles del puerto, con el viento aullando su nombre. Llevaba consigo la marca de la traición, un peso que amenazaba con ahogarla en el abismo de sus propias mentiras. El folleto con su rostro, tan familiar y a la vez tan desconcertante, ondeaba en su mente como un estandarte de su destino incierto.
Cuando un encuentro inesperado la llevó a abordar un barco misterioso, la lluvia golpeaba el tablón con furia, como si el cielo mismo quisiera disuadirla de su rumbo. ¿Qué la esperaba en aquel navío de sombras? ¿Era su salvación o su perdición?
"¿Viniste como invitada de la noche, o eres una polizona que busca escapar?", resonó la voz del príncipe Khalid, un enigma envuelto en la armadura de la sospecha. Su presencia, tan imponente como amenazante, despertó en Lacey emociones contradictorias: la atracción y el miedo se entrelazaban en una danza peligrosa.
Entre los susurros del mar y los secretos susurrados en la oscuridad de la noche, Lacey se encontró navegando hacia un destino incierto, donde las mentiras tejían su red mortal y la verdad era un faro lejano en un mar de engaños. ¿Podría confiar en el príncipe Khalid, o era él el instrumento de su condena?