En la isla desierta, Hiroshigu y Miyakawa se vieron obligados a trabajar juntos para sobrevivir. Al principio, la tensión entre los dos era palpable, con Hiroshigu quejándose constantemente y Miyakawa manteniendo una actitud estoica. Sin embargo, a medida que pasaban los días, comenzaron a descubrirse el uno al otro de una manera que nunca antes habían experimentado.
Hiroshigu se dio cuenta de que detrás de la fachada seria de Miyakawa se escondía un corazón cálido y compasivo, mientras que Miyakawa descubrió que la arrogancia de Hiroshigu no era más que una máscara para ocultar sus propias inseguridades.
En medio de la lucha por la supervivencia, surgieron momentos de ternura y complicidad entre los dos hombres. Se apoyaron mutuamente en los momentos difíciles y encontraron consuelo en la presencia del otro. Lo que comenzó como una relación de odio se transformó lentamente en una conexión profunda y significativa.
Mientras esperaban ser rescatados, Hiroshigu y Miyakawa descubrieron que la isla desierta no solo les había enseñado a sobrevivir, sino también a amar de una manera que nunca habían imaginado posible.