Bajo el manto oscuro de la noche, dos sombras se deslizaban sigilosas por las calles de la ciudad. Eran ellas, las justicieras sin rostro que impartían su propia ley en un mundo dominado por el caos y la corrupción. Con sus armas afiladas y su sed de venganza, se enfrentaban a los criminales que se escondían en las sombras, llevando a cabo su implacable misión de eliminar a aquellos que la justicia no podía tocar.
Pero detrás de esas máscaras de fría determinación se escondían secretos oscuros y cicatrices profundas. Una de las chicas, atormentada por su pasado, buscaba redención en la sangre derramada de los malhechores. La otra, una cazadora nata, encontraba placer en la caza y en la danza macabra de la muerte.
Mientras la ciudad se sumergía más y más en la oscuridad, las dos chicas se adentraban en un juego peligroso de gato y ratón con un enemigo que conocía sus nombres y sus rostros. Enfrentadas a la posibilidad de la traición y la verdad oculta, tendrían que decidir si eran cazadoras o presas en un mundo donde la línea entre el bien y el mal se volvía cada vez más difusa.