El sol comenzaba a esconderse detrás de los árboles del bosque, creando sombras alargadas que abrazaban el sendero donde Mio caminaba con paso decidido. Sus pensamientos estaban enredados, igual que el temor y la incertidumbre que latían en su pecho. Siempre se había considerado a sí misma como el lobo en la historia de Caperucita Roja, un ser tenebroso destinado a devorar a la inocente niña de rojo. Sin embargo, algo en su interior le susurraba que tal vez, solo tal vez, había estado equivocada todo este tiempo.
Los recuerdos se agolpaban en su mente, evocando momentos compartidos con aquella que le hacía sentir emociones contradictorias. No podía negar que sentía una atracción peligrosa hacia ella, a pesar de los riesgos que conllevaba. Pero ¿y si en realidad no era el lobo de la historia? ¿Y si, en lugar de devorarla, lo que más ansiaba era protegerla?
Un brillo fugaz de determinación cruzó los ojos de Mio mientras continuaba su camino hacia un destino incierto. Sabía que debía enfrentar sus miedos y descubrir la verdad que se escondía en lo más profundo de su corazón. ¿Sería capaz de desentrañar el enigma que envolvía su propio ser y encontrar la valentía para aceptar sus verdaderos sentimientos?
El bosque guardaba secretos oscuros y peligros acechando en cada sombra, pero Mio estaba decidida a llegar al fondo de la verdad, aunque eso significara enfrentarse a su propia naturaleza.