Bajo la sombra amenazante de la torre, me encontraba frente a mi madre, la villana de la historia. Sus ojos, llenos de cansancio y pesar, se encontraron con los míos mientras me tomaba de las manos con una ternura inesperada. Mi corazón se apretó al verla, condenada a una muerte inevitable a manos de los protagonistas. En ese momento, una determinación feroz se encendió en mi interior. "No más," murmuré para mí misma. Ya no podía permitir que la tragedia se desarrollara según lo escrito. Mi madre merecía más, merecía una segunda oportunidad. Con un nudo en la garganta, me despedí de ella antes de poner mi plan en marcha. "Es hora de cambiar tu destino, madre querida," susurré, dispuesta a desafiar al destino mismo si era necesario. La historia se reescribiría, y la villana encontraría su redención, incluso si eso significaba convertirme en la nueva protagonista de este relato retorcido.