Bajo la luz tenue de la luna, Nagatoro-san y su Senpai se encontraban solos en el patio de la escuela. El ambiente estaba cargado de tensión, pero no era la misma tensión juguetona que solían tener. Nagatoro-san miraba fijamente a su Senpai, con una expresión seria y determinada en su rostro.
"Senpai," susurró Nagatoro-san, su voz apenas audible en la quietud de la noche. "Tengo algo importante que decirte."
El corazón de Senpai latía con fuerza en su pecho, preguntándose qué podía ser tan serio como para que Nagatoro-san estuviera tan grave. Con un nudo en la garganta, asintió lentamente, alentando a Nagatoro-san a continuar.
"Nuestro amor... es más complicado de lo que pensábamos", continuó Nagatoro-san, desviando la mirada por un momento antes de volver a encontrarse con la de su Senpai. "Pero eso no significa que no sea real."
Las palabras de Nagatoro-san resonaron en el aire, dejando a Senpai sin aliento. ¿Qué significaba esto? ¿Podrían superar los obstáculos que se interponían en su camino? Nagatoro-san y su Senpai se miraron el uno al otro, sin decir una palabra, pero con una determinación ardiente ardiendo en sus ojos. Juntos, estaban dispuestos a luchar por su amor, sin importar cuán complicado pudiera ser.