En un día soleado de primavera, Mikki caminaba por el pasillo de su edificio de apartamentos con la mirada fija en el suelo. La risa estridente de Yui resonaba a lo lejos, recordándole lo incómodo que se sentía en su presencia. Desde que eran vecinos, Yui no perdía la oportunidad de fastidiarlo, sabiendo perfectamente que Mikki estaba enamorado de él. Pero lo que Mikki no sabía era que las provocaciones de Yui en realidad eran una forma de ocultar sus verdaderos sentimientos.
Una tarde, mientras Mikki estaba estudiando en su habitación, escuchó un golpeteo en su ventana. Al abrir, se encontró a Yui, empapado por la lluvia, con una mirada seria y decidida en sus ojos. Sin decir una palabra, Yui lo tomó de la mano y lo llevó hasta el techo del edificio. Allí, bajo la luz de la luna, Yui confesó que también estaba enamorado de Mikki y que sus burlas eran solo una forma de disimular su nerviosismo.
Mikki se quedó sin palabras, sin poder creer lo que acababa de escuchar. Los dos chicos se miraron fijamente por un momento, dejando que sus corazones hablaran por sí mismos. En medio del silencio, la lluvia seguía cayendo, como si el cielo mismo estuviera celebrando el comienzo de una nueva historia de amor entre Mikki y Yui.