En la penumbra de la habitación, Sora tomó una decisión que le pesaba el alma. Miró fijamente a Riku, su corazón latiendo con angustia. Sabía que lo que estaba a punto de decir cambiaría sus vidas para siempre.
"Riku, hay algo que debo confesarte", murmuró Sora, su voz temblorosa. "No puedo seguir mintiéndome a mí mismo... y a ti".
Riku frunció el ceño, visiblemente preocupado por la seriedad en los ojos de Sora. "¿De qué se trata, Sora? Por favor, cuéntame".
Sora inhaló profundamente, reuniendo toda su valentía. "He estado luchando contra mis sentimientos durante tanto tiempo, pero ya no puedo ignorarlos. Riku, yo... yo te amo. Y no puedo mantenerlo oculto más".
El silencio se cernió sobre ellos, cargado de emociones encontradas. Riku, con los ojos muy abiertos, procesó las palabras de Sora. Finalmente, con voz entrecortada, respondió: "Sora, yo también... te amo".
En ese momento, el destino de Sora y Riku se entrelazó en un abrazo apasionado, dejando atrás el pasado y abrazando el futuro incierto, juntos en un mundo donde solo existían ellos dos: su propio Neverland.