¡No quiero ser princesa!
Lidi miraba a su prometido, el guapo Príncipe Frederick, con una mezcla de emociones en su corazón. Sabía que en su vida pasada en Japón, nunca aceptaría ser una de las varias esposas de un hombre. Su determinación de romper el compromiso se volvía más fuerte con cada día que pasaba.
Una idea ridícula comenzó a tomar forma en su mente. Una idea que cambiaría su destino para siempre. Decidió organizar un baile en el castillo, invitando a todas las doncellas solteras y elegibles del reino, con la esperanza de que el Príncipe Frederick se diera cuenta de que había opciones mucho mejores que ella.
La noche del baile, Lidi se mezclaba entre las sombras, observando con picardía mientras las jóvenes competían por la atención del príncipe. Sin embargo, cuando Frederick miró a su manera, algo en sus ojos la detuvo en seco. ¿Podría ser que sus sentimientos estaban comenzando a cambiar?
Mientras el baile continuaba, Lidi se encontró enredada en una danza con el príncipe, sus cuerpos moviéndose al compás de la música. En ese momento, en medio de la multitud y la magia de la noche, ambos se dieron cuenta de que quizás, solo tal vez, el destino tenía otros planes para ellos. Unos planes que ninguno de los dos había imaginado.