No sabía cuándo empezó, pero Riku estaba convencido de que Sora seguía teniendo miedo a los monstruos. Cada vez que se adentraban en la oscuridad de la noche, podía ver la sombra de la duda en los ojos de su amigo. Sin embargo, lo que Riku no sabía era que Sora estaba guardando un secreto más oscuro que cualquier criatura que pudiera imaginar.
Una noche, mientras caminaban por un bosque frondoso, una extraña criatura emergió de la oscuridad. Riku se preparó para el combate, listo para proteger a Sora como siempre lo había hecho, pero lo que vio a continuación lo dejó helado. Sora, lejos de sentir miedo, desató un poder inimaginable, controlando a la bestia con una facilidad asombrosa.
Los ojos de Sora brillaban con una determinación feroz, revelando un lado de él que Riku nunca había visto antes. En ese momento, Riku se dio cuenta de que el miedo que veía en los ojos de Sora no era a los monstruos, sino a su propio poder. La dualidad de su amistad se desplegaba ante él, y se preguntaba si realmente conocía a Sora en absoluto.
Con el corazón lleno de dudas y admiración, Riku se dio cuenta de que la oscuridad que habitaba en el corazón de Sora era mucho más profunda de lo que jamás habría imaginado. Y en ese instante de revelación, su destino se entrelazó de una manera que ninguno de los dos podría haber previsto.