Bajo el caluroso sol del verano, el aroma dulce a vainilla parecía intensificarse, embriagando los sentidos de Mizuki-san cada vez que se acercaba a Yukawa-san. Las notitas en los bolsillos de sus sacos ya no eran suficientes para expresar la tormenta de emociones que las invadía. Una tarde, durante horas extras en la oficina, Mizuki-san finalmente reunió el coraje para confesar sus sentimientos a Yukawa-san. Con una sonrisa tímida pero llena de emoción, confesó: "Eres como el verano mismo, iluminando mi vida con tu suave luz. Quisiera que nuestros días juntas nunca terminen". Yukawa-san, con los ojos brillantes de sorpresa, tomó la mano de Mizuki-san y susurró: "Ojalá salgamos temprano del trabajo hoy, para que así nuestro amor pueda florecer bajo el cálido sol del verano". Y en ese instante, el destino de ambas parecía estar sellado en un pacto de amor eterno.