En una tranquila tarde de primavera, Glen y Nikki paseaban juntos por el parque, riendo y compartiendo secretos como solían hacerlo desde niños. Glen miraba a Nikki con cariño, sintiendo en su pecho un torbellino de emociones que no se atrevía a expresar. Habían prometido que su amistad era lo más importante, pero cada día le resultaba más difícil contener sus sentimientos.
Una noche, durante una fiesta en casa de Nikki, Glen se vio atrapado en un juego de miradas furtivas y sonrisas cómplices con ella. La tensión entre los dos era palpable, como si el universo les estuviera susurrando que estaban destinados a algo más que la simple amistad.
Cuando finalmente se encontraron a solas en el jardín, bajo la luz de la luna, Nikki rompió el silencio con una pregunta inesperada: "¿Por qué nunca me has dicho lo que sientes, Glen?". Su voz era suave pero cargada de significado, y Glen supo en ese momento que ya no podía guardar su secreto por más tiempo.
Con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho, Glen se armó de valor y confesó todo lo que había estado callando durante tanto tiempo. Lo que sucedió a continuación cambió sus vidas para siempre, desatando una serie de eventos inesperados que pondrían a prueba su amistad y su amor de una manera que nunca habrían imaginado.