Bajo el manto de la oscuridad, la figura se erguía imponente y grotesca. Su respiración agitada resonaba en la habitación, inundando el aire de un hedor a muerte y descomposición. El joven, con el corazón latiendo desbocado en su pecho, retrocedió lentamente, sus ojos fijos en aquel ser que no pertenecía a este mundo.
"¿Qué... qué eres tú?" balbuceó, su voz temblorosa apenas audible en la penumbra. La criatura emitió un gruñido gutural, sus ojos vacíos brillaban con una sed de sangre inhumana. Con cada paso que daba, el suelo crujía bajo sus pies podridos, enviando escalofríos por la espalda del chico.
En un instante de valentía desesperada, el joven se abalanzó hacia la salida, solo para ser detenido por una fuerza sobrenatural que lo arrojó hacia atrás con violencia. Cayendo al suelo, el miedo lo paralizó, pero en lo más profundo de su ser, una chispa de determinación se encendió.
Con los músculos entumecidos por el terror, se arrastró hacia la única esperanza de escape. Su mente era un torbellino de confusión, tratando de recordar quién era, cómo llegó a este lugar maldito. Pero en medio de la oscuridad y el caos, una verdad aterradora comenzó a florecer en su mente: él también era uno de ellos.