En una mañana soleada en la escuela, Takahashi Kiji se encontraba rodeado de sus amigos en el jardín. La conversación giraba en torno a su próximo desafío: "El Juego del Príncipe".
—¿Están listos para verme triunfar? —preguntó Kiji con una sonrisa arrogante, desafiando a sus amigos.
El juego consistía en conquistar a la chica más complicada y llevarla a su fiesta de cumpleaños en un mes. Todos pensaban que Kiji tendría éxito fácilmente, pero nadie sabía que él había elegido como objetivo a Asahi Mabi, una chica llena de misterios y secretos.
Mabi era diferente. No caía fácilmente a los encantos de Kiji y cada intento de seducción parecía llevarla más lejos. A medida que Kiji se acercaba a ella, descubría capas y capas de emociones y heridas que la habían hecho ser quien era.
Entre bromas y confesiones, Kiji comenzó a darse cuenta de que el juego se estaba volviendo peligrosamente real. En su intento por hacerla llorar, él mismo estaba descubriendo una parte de sí mismo que desconocía. Y en medio de risas y lágrimas, ambos estaban a punto de descubrir que el verdadero desafío no era conquistar a Mabi, sino conquistarse a sí mismos.