En una fría noche de invierno, cuando la luz de la luna brillaba intensamente sobre la mansión, el omega líder, conocido por todos como un hombre implacable y poderoso, estaba de pie en el balcón, mirando fijamente hacia la oscuridad que envolvía su mundo. Sus ojos dorados brillaban con determinación, pero había algo más, algo que nadie más podía ver: la sombra de la duda.
Dentro de la mansión, el alfa más leal y valiente, su guardián desde hace mucho tiempo, caminaba de un lado a otro con preocupación palpable. Sabía que algo estaba mal, algo que amenazaba con destruir todo lo que habían construido juntos. Se acercó al omega con cautela, su voz ronca rompiendo el silencio de la noche.
"Mi líder, ¿qué te preocupa tanto? Estás distante, como si tu mente estuviera en otro lugar."
El omega se volvió hacia él, sus ojos brillando con una mezcla de emociones indescifrables. "Hay secretos, secretos que han estado enterrados por mucho tiempo. Secretos que podrían cambiarlo todo..."
El alfa frunció el ceño, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Sabía que lo que sea que el omega estuviera a punto de revelar cambiaría sus vidas para siempre. Juntos, se adentraron en la oscuridad de la mansión, preparados para enfrentar la verdad que finalmente saldría a la luz.