En un tranquilo día de otoño, Hoshi se encontraba deambulando por los pasillos de la escuela, sumido en sus pensamientos y preocupaciones. Las presiones familiares y académicas lo tenían abrumado, sin saber cómo sobrellevar todo aquello. Fue entonces cuando una risa estridente y contagiosa llamó su atención, proveniente de un antiguo casillero en el pasillo.
Intrigado, se acercó lentamente y, para su sorpresa, descubrió a una joven peculiar, ataviada con colores brillantes y una sonrisa deslumbrante, que parecía estar atrapada dentro del casillero. Aunque era una escena surrealista, la despreocupación y alegría de la chica eran palpables, creando un ambiente extrañamente reconfortante para Hoshi.
A medida que se acercaba a ella, escuchó murmullos y rumores que circulaban en la escuela, algunos hablaban de intimidación y maltrato por parte de sus compañeros, otros mencionaban su naturaleza excéntrica y enigmática. Sin embargo, lo que más llamó la atención de Hoshi fue la determinación y valentía que podía percibir en los ojos de la chica, a pesar de su situación inusual.
Era como si ella tuviera un secreto, una fuerza interior que la impulsaba a vivir la vida de una manera única y auténtica, sin importar lo que otros pensaran. Intrigado por esta misteriosa presencia, Hoshi se dispuso a descubrir más sobre la chica del casillero, sin sospechar que este encuentro cambiaría por completo su perspectiva sobre la vida y la imperfección.