Bajo la luz tenue de la luna, Aya se retorcía en su cama, atormentada por la duda. ¿Realmente Ema la amaba? ¿O solo estaba jugando con sus sentimientos? Mientras lágrimas silenciosas resbalaban por sus mejillas, un destello repentino iluminó la habitación. Un alienígena con forma de pene materializó frente a ella, emanando una extraña energía. "Soy Falo, el Guardián de los Deseos Perdidos", declaró con solemnidad. Aya, sorprendida pero cautivada, escuchó las palabras del ser extraterrestre. "Solo cuando abraces tus verdaderos sentimientos, recuperarás la confianza en el amor que Ema te profesa", profetizó. Con el corazón latiendo desbocado, Aya se armó de valor y se dispuso a desentrañar la verdad detrás de las pasiones eléctricas que las unían, decidida a no dejarse vencer por la incertidumbre.