Piedad
Dante se encontraba de rodillas, atormentado por el peso de su secreto inmortalidad. Había visto demasiado, sabía demasiado. El sudor frío le recorría la espalda mientras recordaba el asesinato en la casa de su cliente, Demis. Después de presenciar el horror, Dante suplicó a Demis que terminara con su vida, pero la mirada fría y decidida del otro le confirmó que no era tan sencillo.
Demis rechazó la petición de Dante, sin embargo, algo cambió en su mirada cuando descubrió la verdadera naturaleza del reparador. La curiosidad se mezcló con la sed de poder en los ojos de Demis, quien prometió encontrar la manera de acabar con la inmortalidad de Dante.
La oscuridad de la noche envolvía sus palabras, creando una atmósfera cargada de misterio y peligro. Los destinos de ambos hombres se entrelazaban en un baile mortal de secretos, mentiras y deseos ocultos. En ese momento, Dante comprendió que su eternidad corría un peligro mucho mayor que la muerte misma.