A través de las bulliciosas calles de Tokio, Ai corría sin aliento, con la caja en forma de corazón agarrada fuertemente en sus manos. Su corazón latía con fuerza, el miedo se había apoderado de ella. No entendía por qué alguien la perseguía, por qué debía proteger aquella caja que parecía contener más secretos de los que podía imaginar.
Mientras intentaba atravesar el laberinto de calles, tropezó y cayó al suelo. Cerró los ojos, preparándose para lo peor, cuando de repente sintió una mano firme que la ayudaba a levantarse. Ai abrió los ojos y se encontró con Kent, un joven apuesto con una mirada llena de determinación.
Entre jadeos, Ai apenas logró articular palabras para agradecerle a Kent. Pero él, con una sonrisa enigmática, le tendió la mano y dijo: "No tienes por qué temer, yo te protegeré". Ai sintió un escalofrío recorrer su espalda, ¿podía confiar en él? Sin embargo, en ese momento supo que no tenía otra opción.
Kent la llevó a un lugar seguro y allí, entre susurros y miradas cómplices, Ai comenzó a darse cuenta de que su vida no sería la misma. La música resonaba en su cabeza, las palabras surgían de lo más profundo de su ser. Cantar, eso era lo suyo. Y con Kent a su lado, descubrió que juntos, podían llegar más lejos de lo que jamás habría imaginado.
El destino había cruzado sus caminos por alguna razón, y Ai estaba determinada a descubrir la verdad detrás de su misterioso pasado. Sin darse cuenta, empezaba a escribir una historia que trascendería las fronteras del tiempo y el espacio, una historia de amor, valentía y música que resonaría en los corazones de todos los que la escucharan.