En un cálido atardecer en Dubrovnik, Croacia, Sara esperaba ansiosamente a su amante en la Plaza Gundulićeva. Sin embargo, su reloj marcaba cada vez más tarde y él aún no llegaba. Con el corazón lleno de incertidumbre, Sara se adentró en las estrechas calles del casco antiguo en busca de respuestas. Fue entonces cuando un misterioso gato negro, con ojos brillantes como el cristal, se cruzó en su camino.
El felino la observó con curiosidad antes de comenzar a caminar con determinación. Sara, sorprendida por la inesperada compañía, decidió seguir al gato a través de callejones empedrados y escalinatas ocultas. Cada paso los llevaba más profundo en el laberinto de la ciudad, donde secretos antiguos y misterios sin resolver aguardaban entre sombras.
Finalmente, el gato se detuvo frente a una puerta de madera enigmática. Con un último vistazo a Sara, el animal desapareció en la penumbra, dejándola frente a la entrada desconocida. Con el corazón latiendo con fuerza, Sara empujó la puerta entreabierta y se adentró en lo desconocido, sabiendo que su destino se entrelazaba con el tejido mágico de aquel Prisma Floreciente Jardín.