La luna llena brillaba en lo alto del cielo, iluminando el claro del bosque donde Fang Li se encontraba solo y temeroso. Desde niño, había llevado consigo la marca de un teriantropo, un sello mágico que lo ataba a una criatura de la noche. Pero ahora, en su plenitud, el lobo teriantropo reclamante había aparecido frente a él. Fang Li sintió un escalofrío recorrer su espalda al reconocer en los ojos del lobo la misma mirada que lo acechaba en sus pesadillas.
El lobo, con su mirada intensa y su presencia imponente, se acercó lentamente a Fang Li, quien se debatía entre el miedo y la curiosidad. ¿Era aquel lobo la bestia que lo perseguía en sueños, o acaso se trataba de un ser distinto, inocente y perdido en un mundo que no comprendía? Sus corazones latían al unísono, en una danza de miedo y deseo, mientras el bosque parecía contener el aliento ante el suspense del momento.
En medio de la oscuridad, Fang Li y el lobo se enfrentaban en un duelo silencioso de voluntades, cada uno tratando de descifrar al otro, de encontrar la verdad oculta detrás de sus ojos. ¿Sería la marca una maldición o una bendición enmascarada? ¿Podría Fang Li confiar en aquel lobo, o caería presa de sus propios miedos y deseos prohibidos? En esa noche mágica y misteriosa, el destino de ambos estaba sellado por un lazo más fuerte que el acero: el lazo de la sangre y el deseo, de la magia y el amor.