Bajo la lluvia ácida que caía sobre las ruinas de Tokio, Zaji luchaba contra un grupo de soldados estadounidenses que intentaban saquear el último bastión de resistencia japonesa. Su cuerpo se movía con una gracia mortal, sus puños y patadas ejecutaban una danza letal que desarmaba a sus enemigos sin esfuerzo aparente. A pesar de su amnesia, la certeza de su entrenamiento marcial arraigado en lo más profundo de su ser lo impulsaba a proteger a los desamparados en medio del caos.
En medio de la batalla, Zaji se detuvo de repente al ver a una figura familiar entre los soldados invasores. Era Gin, la dueña del bar local, ahora convertida en informante de los estadounidenses. La traición en sus ojos lo golpeó como un puñal en el corazón, desatando una tormenta de emociones encontradas en su interior.
Mientras tanto, en las sombras, una figura misteriosa observaba la confrontación con interés. Sus ojos brillaban con un conocimiento antiguo y oscuro, y una sonrisa siniestra se dibujaba en su rostro. La aparición de este nuevo enemigo desconocido amenazaba con desenterrar secretos del pasado de Zaji que podrían cambiar el rumbo de la guerra y su propia existencia para siempre.