En la escuela secundaria Shirogane, Hiroto Kahara era conocido como el chico misterioso que siempre parecía perdido en sus pensamientos. Lo que nadie sabía era que desde pequeño tenía la habilidad de ver el aura de las personas, revelando los colores de sus emociones más profundas. Kahara aprendió a ocultar este don para protegerse a sí mismo y a los demás, pero eso cambió cuando conoció a Kitagara.
Kitagara era como un prisma de colores para Kahara, un enigma por descifrar. Su aura cambiaba constantemente, revelando capas y capas de secretos que Kahara estaba decidido a desentrañar. A medida que se acercaba más a Kitagara, se dio cuenta de que no era solo un chico con un aura complicada, sino alguien con un pasado oscuro y motivaciones aún más sombrías.
Entre los dos se formó una conexión intensa y peligrosa, donde la verdad podía llevar a la destrucción o a la redención. Kahara se vio arrastrado a un torbellino de emociones conflictivas, luchando entre su deber de proteger a los demás y la necesidad de desenterrar la verdad que tanto anhelaba. En el mundo de Renai Prism, los colores del amor y la traición se entrelazaban en un baile mortal, donde cada elección podía llevar a un nuevo matiz en la historia de sus vidas.