Bajo la sombra de la noche, las tres chicas hormiga se encontraban en un callejón oscuro, jadeando por el esfuerzo de escapar de las garras del alcalde despiadado. Sus ojos brillaban con determinación mientras se acercaban a una puerta de hierro oxidado, la única salvación que les quedaba. Sara, la líder del grupo, recordó las palabras misteriosas de la anciana hechicera que les había entregado un amuleto antes de ser expulsadas del Instituto de Artes de la Rosa Roja.
“Solo en la hora más oscura encontrarán la luz que las guiará hacia la libertad”, susurró la voz suave de la vieja mujer en su memoria.
Con manos temblorosas, Sara colocó el amuleto en la cerradura de la puerta, y esta se abrió con un crujido ominoso. Sin dudarlo, las chicas entraron en la oscuridad, sin imaginar lo que encontrarían al otro lado. Una vez adentro, se encontraron en un bosque encantado donde las hadas danzaban alrededor de un árbol centenario, cada uno de sus movimientos iluminados por la luz de la luna.
Al acercarse al árbol, una figura encapuchada emergió de las sombras, revelando ser la mismísima Diosa del Bosque. Con una voz melodiosa, les habló: “Hijas de la tierra, ha llegado el momento de revelar su verdadero destino y enfrentar al alcalde con el poder que llevan dentro”.
Las chicas hormiga se miraron entre sí, sabiendo que el verdadero desafío apenas comenzaba. ¿Lograrían desentrañar el misterio detrás de la Orden 66 y reclamar su libertad, o caerían en las garras de la oscuridad para siempre?