Rohan, un joven artista de manga japonés, tenía su corazón acelerado mientras se adentraba en las profundidades del Louvre. La belleza de las obras de arte a su alrededor parecía llamarlo, pero su mente estaba enfocada en una sola cosa: la pintura maldita de la que le habló la misteriosa mujer. Con paso firme, se acercó al archivista y solicitó ver la pieza prohibida.
Una vez frente a la pintura, una sensación gélida recorrió su espalda, pero su determinación no vaciló. Cuando sus ojos se posaron en la obra centenaria, una oscuridad insondable lo atrapó, como si la tinta negra absorbiera su alma. De repente, las figuras en el lienzo cobraron vida, retorciéndose y contorsionándose en un baile macabro.
Rohan intentó apartar la mirada, pero era como si estuviera hipnotizado por el poder maléfico de la pintura. Voces susurrantes llenaron la habitación, susurros de antiguas maldiciones y secretos olvidados. En medio de la oscuridad, una figura espectral se materializó frente a él, con ojos vacíos que parecían penetrar su mente.
La presencia misteriosa habló con voz hueca, revelando la verdadera naturaleza de la maldición y el terrible destino que aguardaba a aquellos que se atrevían a desafiarla. Rohan se dio cuenta entonces de que había liberado una fuerza que no podía controlar, y su única esperanza residía en descubrir el secreto detrás de la pintura antes de que fuera demasiado tarde.