Kairi estaba nervioso cuando entró a la fastuosa sala del Palacio Real. Su corazón latía tan fuerte que pensó que todos podían escucharlo. Había aceptado ser el prometido del Príncipe real por una razón que solo él conocía. La mirada fría y desconfiada del Príncipe le recordaba constantemente que todo era un juego para él, que sólo lo veía como un peón más en su ajedrez de poder. Sin embargo, Kairi guardaba un secreto que cambiaría por completo el rumbo de esta farsa de compromiso. Mientras tanto, en las sombras del palacio, una figura misteriosa observaba la escena con ojos llenos de malicia, urdiendo un plan que pondría en peligro no solo la relación entre Kairi y el Príncipe, sino también el futuro del reino entero. Misma que nadie podía haber esperado.