Título: Di hola al Blackjack.
Saito estaba exhausto. Sus ojos cansados reflejaban la intensa lucha interna que venía librando desde que comenzó su residencia en el hospital. A pesar de su dedicación y empeño, sentía que el sistema en el que se encontraba inmerso iba en contra de todo en lo que creía. La ética médica, para él, no era solo un concepto teórico, sino una brújula moral que lo guiaba en cada decisión que tomaba.
Cada día era un desafío. Las largas jornadas de trabajo, las decisiones difíciles y la presión constante lo empujaban al límite de sus fuerzas. Pero Saito se aferraba a su convicción de que la medicina debía ser para el beneficio de los pacientes, no para llenar los bolsillos de los empresarios de la salud.
Sus superiores no comprendían su postura. Lo tildaban de rebelde, de idealista ingenuo que no entendía cómo funcionaba realmente el sistema. Pero él se negaba a aceptar las injusticias que veía a diario, las vidas que se perdían por decisiones basadas en el interés económico en lugar del bienestar de los enfermos.
En medio de la oscuridad que parecía envolverlo, Saito encontraba fuerzas en la mirada agradecida de aquellos a los que había logrado ayudar, en el apoyo de sus pocos aliados dentro del hospital y en su convicción inquebrantable de seguir luchando por lo que creía justo, sin importar las consecuencias.
El camino por delante era incierto y lleno de obstáculos, pero Saito estaba decidido a recorrerlo hasta el final, desafiando al destino y al sistema corrupto que intentaba doblegarlo. Porque, para él, no se trataba solo de ser médico, sino de ser fiel a sus principios y a la verdadera esencia de la medicina.