De repente, Kanan se encontró cara a cara con un tritón en su bañera, lágrimas de perlas resbalando por sus mejillas y una actitud egocéntrica que reflejaba su estatus de realeza acuática. El Sr. Sirena, como le gustaba llamarse a sí mismo, intimidaba con un aura de poder sin igual. A pesar de ser tomado como su pequeño esclavo, Kanan comenzó a notar destellos de bondad oculta en la mirada fría del tritón. Poco a poco, entre discusiones y momentos de complicidad, surgió una extraña conexión entre ellos. ¿Podría ser que detrás de la fachada de egoísmo del Sr. Sirena se escondiera un corazón necesitado de afecto? ¿Y qué secretos ocultaba Kanan bajo su timidez? El tritón y el humano se embarcaron en un viaje de autodescubrimiento, desentrañando misterios tanto en el océano como en sus propios corazones.