Bajo la tenue luz de la sala de diseño, Yanase contemplaba fijamente la pantalla de su ordenador, intentando concentrarse en su trabajo mientras el rostro desafiante de Kaneda Yuki no dejaba de invadir su mente. Desde que había regresado a Japón, había invertido cada gramo de paciencia en enseñar al novato, solo para recibir frialdad y hostilidad a cambio.
Pero la situación cambió drásticamente cuando les asignaron un proyecto conjunto: debían crear un mundo virtual que desafiara los límites de la realidad, trabajando hombro a hombro día y noche. Con cada límite superado, Yanase descubría capas ocultas en Kaneda, una vulnerabilidad que contradecía su actitud altiva.
Entre líneas de código y formas en 3D, surgió una complicidad inesperada, un entendimiento mutuo que desafiaba las barreras del orgullo y la desconfianza. Yanase se encontró a sí mismo luchando contra sus sentimientos, mientras Kaneda lidiaba con la idea de que tal vez, solo tal vez, había encontrado a alguien que lo entendía realmente.
En un giro inesperado del destino, su proyecto se convirtió en un espejo de sus propias emociones, obligándolos a enfrentar sus miedos y deseos más profundos. ¿Podrían estos dos opuestos, unir sus corazones en un arte que trascendiera la realidad misma? Había más en juego que un simple proyecto; sus corazones estaban en juego.