En la estación de Seúl, la oscuridad de la noche se cernía sobre la mazmorra en la primera salida de la estación Gwachun. Un joven nigromante, quien había regresado a la tierra después de 20 largos años, se encontraba frente a un espectáculo aterrador. Lo que parecía una simple estación de metro se reveló como un mundo de monstruos y peligros inimaginables.
Con determinación en sus ojos, el nigromante se preparó para enfrentar el desafío que tenía por delante. Conocía los riesgos, pero también sabía que era la única esperanza para salvar a la humanidad de la amenaza de la mazmorra. Con un gesto de su mano, convocó a las sombras a su servicio, formando un ejército de criaturas oscuras listas para la batalla.
La luz de la luna brillaba sobre él mientras se adentraba en lo desconocido, dispuesto a enfrentarse a todo lo que se interpusiera en su camino. En ese momento, el joven nigromante se dio cuenta de que su destino estaba entrelazado con el de la mazmorra, y que solo él tenía el poder de cambiar el rumbo de los acontecimientos. ¿Podría prevalecer sobre las fuerzas del mal que acechaban en las sombras, o caería ante su poder abrumador?
Con el corazón lleno de determinación, el nigromante avanzó hacia su destino, listo para desafiar al ejército de un solo hombre que haría todo lo posible por proteger a la humanidad.