El ambiente de la vieja mansión parecía pesado esa tarde. Miki observaba a través de la ventana el jardín cubierto de sombras mientras su mente divagaba, pensando en Takagi, el hombre que lo había cautivado por completo. Sin embargo, algo en su interior le decía que las cosas no eran lo que parecían.
Itsuki, su hermano gemelo, había estado actuando de manera extraña últimamente. Miki no podía evitar sentir que su presencia afectaba a Takagi de alguna manera, como si los secretos del pasado estuvieran a punto de salir a la luz.
Una noche, mientras deambulaba por los pasillos oscuros de la mansión, Miki escuchó murmullos provenientes de la habitación de Itsuki. Intrigado, se acercó sigilosamente y lo que vio lo dejó sin aliento. Takagi estaba allí, con una mirada llena de nostalgia dirigida a Itsuki, el verdadero objeto de su obsesión.
La verdad golpeó a Miki con fuerza. Se dio cuenta de que él no era más que un sustituto, un reflejo de su hermano en manos de Takagi. La traición y el dolor se apoderaron de su corazón, mientras la traición de aquel que creía su primer y más grande amor lo sumía en la oscuridad.
Ahora, en medio de un triángulo amoroso retorcido y peligroso, Miki se enfrentaba a una decisión imposible: luchar por un amor que nunca fue suyo o dejar ir al hombre que lo había hecho sentir vivo.