El viento frío soplaba a través de las lápidas en el cementerio, mientras Nakaruma Haru se arrodillaba frente a la tumba de su abuelo, con el corazón lleno de dolor y remordimiento. La panadería que una vez fue su refugio y su hogar ahora yacía cerrada, el olor a pan recién horneado desvanecido en el aire. Sin embargo, esa tarde, entre las sombras de las sepulturas, vio a un hombre misterioso con una presencia tan imponente como inquietante.
Ignorando su instinto de huir, Haru lo observó de lejos, preguntándose quién sería aquel extraño que merodeaba entre los muertos. Horas más tarde, cuando la lluvia comenzó a caer implacablemente sobre la ciudad, el mismo hombre apareció en la entrada de su abandonada panadería en busca de refugio. Con el corazón latiendo con fuerza, Haru no pudo evitar invitarlo a entrar, aunque la lógica le gritaba que era un completo desconocido.
Lo que Haru no sabía era que ese hombre, con sus ojos oscuros que parecían llevar secretos insondables, traería consigo mucho más que una simple compañía aquella noche. Entre harina y susurros en la penumbra, el destino comenzaba a tejer un nuevo camino para ambos, donde los misterios del pasado y las promesas del futuro se entrelazaban en una danza peligrosa de deseo y redención.