Nada en la vida de Minjae le habría preparado para el encuentro inesperado en el autobús. Allí, de pie frente a él, estaba un extraño que parecía emanar un aura de misterio y tentación. Las palabras "alto", "guapo" y "torta de carne" revoloteaban en su mente, pero lo que realmente capturó su atención fue el inconfundible aroma a jabón que lo envolvía. Y cuando ese extraño le ofreció un exfoliante de cuerpo completo en una casa de baños, Minjae se vio arrastrado por la curiosidad y la intriga.
Entre las paredes de la casa de baños, Minjae descubrió un mundo completamente nuevo. La atmósfera húmeda y cálida, el sonido de los chorros de agua y el suave murmullo de las voces creaban un ambiente mágico y embriagador. Pero lo más sorprendente de todo fue la presencia de "pastel de carne", quien resultó ser mucho más que un simple masajista. Con manos expertas y habilidosas, "pastel de carne" comenzó a desentrañar capa por capa las barreras que Minjae había construido en torno a su corazón.
Mientras el exfoliante eliminaba las impurezas de su piel, Minjae se dio cuenta de que algo dentro de él también estaba siendo purificado. ¿Podría ser que este encuentro fortuito en la casa de baños fuera el comienzo de algo más profundo y significativo? Minjae se encontraba en una encrucijada: entre el deber y el deseo, entre la rutina de su vida diaria y la promesa de un nuevo comienzo. Y en medio de todo, el suave pulgar errante de "pastel de carne" trazaba un camino incierto pero emocionante hacia lo desconocido. Ahora, Minjae debía decidir si seguir adelante en esta travesía hacia lo inexplorado, o retroceder a la seguridad de lo familiar.