En una mañana fría de otoño, Hachiken, con la mirada perdida en el horizonte, se encontraba de pie frente a los establos de la escuela agraria de Yezo. El sonido de los animales y el olor a hierba fresca invadían sus sentidos, recordándole lo lejos que estaba de la bulliciosa ciudad de donde venía. A pesar de sus dudas iniciales, había decidido embarcarse en esta nueva aventura en busca de su propósito en la vida.
Mientras ayudaba a alimentar a los cerdos, Hachiken conoció a Mikage, una estudiante apasionada por la equitación. Su determinación y amor por los animales lo inspiraron a no rendirse ante los desafíos que se le presentaban en la escuela. Juntos, enfrentaron pruebas difíciles, superando obstáculos y forjando una amistad sólida en el proceso.
Poco a poco, Hachiken descubrió que la vida en la granja no era solo trabajo duro, sino también un camino de autodescubrimiento y crecimiento personal. A medida que se sumergía en este nuevo mundo, se dio cuenta de que quizás su futuro no estaba tan perdido como pensaba. Con determinación y valentía, decidió abrazar esta nueva vida con todas sus fuerzas, listo para enfrentar lo que el destino le deparara.