En una tranquila tarde de primavera, Kunimi se encontraba solo en el parque, apoyado contra un viejo árbol de cerezos en flor. Su mente no podía dejar de dar vueltas a la misma pregunta una y otra vez: ¿Por qué su amigo de la infancia, Hideaki, lo evitaba en la escuela secundaria?
Desde que comenzaron la secundaria, Hideaki se comportaba fríamente con él, evitando cualquier interacción o conexión como si fueran simples desconocidos. Kunimi no entendía qué había pasado entre ellos para que las cosas cambiaran de esa manera.
Decidido a desentrañar el misterio que separaba su amistad, Kunimi se armó de valor y se acercó a Hideaki en el pasillo de la escuela. Antes de que pudiera decir una palabra, Hideaki se giró bruscamente hacia él, revelando una mirada llena de dolor y arrepentimiento.
"Lo siento, Kunimi. Hay algo que no te he dicho...", murmuró Hideaki, con los ojos brillando con lágrimas reprimidas. Tras un momento de silencio cargado de emociones, Hideaki finalmente confesó la verdad que tanto tiempo había guardado en su corazón, desatando un giro inesperado en su historia de amistad y amor.