El reloj marcaba la medianoche cuando Yoonhyeok regresó a casa, su mente aún aturdida por lo que acababa de presenciar. Observaba fijamente las imágenes en las pantallas de las CCTV, incapaz de apartar la mirada de la escena impactante que había quedado grabada en su mente.
Su hermano menor, Yoonjae, quien había estado luchando contra una enfermedad incurable desde su infancia, aparecía en la pantalla. Pero no era la imagen de su debilidad física lo que lo había dejado sin aliento, sino lo que hacía a solas en su habitación. Yoonjae, desafiando los límites de su propio cuerpo, se encontraba en un acto íntimo y desgarrador.
Yoonhyeok no podía comprender la complejidad de emociones que lo invadían en ese momento. La sorpresa, la confusión, la incomodidad... pero sobre todo, la tristeza. ¿Qué había llevado a su hermano a ese extremo? ¿Qué secretos guardaba en lo más profundo de su ser?
El corazón de Yoonhyeok se llenó de una mezcla de compasión y miedo. Sabía que debía enfrentar la verdad, resolver el enigma detrás de la fachada que su hermano tanto se esforzaba por mantener. La noche prometía desvelar secretos oscuros y verdades dolorosas, llevando a los dos hermanos a un sendero inesperado de intimidad y redención.