En medio de los escombros humeantes, Atsushi observaba con incredulidad a la misteriosa niña china con el símbolo resplandeciente en la espalda. Su piel pálida y ojos luminosos lo hipnotizaban, mientras sus palabras resonaban en su mente: "Vengo de un mundo destruido".
Antes de que pudiera hacer preguntas, los militares irrumpieron en escena, exigiendo respuestas y llevándolos a un lugar desconocido. Atsushi se aferró a la mano de la niña, decidido a protegerla a toda costa, incluso si eso significaba desafiar a aquellos que parecían controlar todo a su alrededor.
Mientras se adentraban en lo desconocido, los secretos de la niña y su conexión con el símbolo brillante comenzaron a develarse, revelando una verdad impactante que sacudiría los cimientos de su realidad. Atsushi se encontraba en medio de una guerra que trascendía fronteras, entre mundos y dimensiones, con la valentía como única arma para enfrentar el destino que les aguardaba.
En ese momento de incertidumbre y peligro, Atsushi comprendió que su encuentro con la niña no era obra del azar, sino el inicio de una aventura que pondría a prueba su coraje, sus creencias y su amor por aquella que, a pesar de todo, se aferraba a la esperanza de un mañana mejor.