Aún resonaban en la estación de policía los ecos de aquel inquietante caso. Una serie de suicidios inexplicables habían sacudido a la ciudad, todos ellos con un patrón en común: las víctimas habían llamado a la "línea del suicidio" momentos antes de su muerte. El detective Martín, obsesionado con encontrar al culpable, se sumergió en un laberinto de pistas siniestras. Su única pista era una frase que encontró en la última llamada: "Cada vida tiene un precio". Mientras se adentraba en la mente retorcida del asesino, Martín descubrió un oscuro secreto que lo dejó helado. La "línea del suicidio" no era solo un medio para empujar a las personas al borde, sino un macabro mercado donde las almas se vendían al mejor postor. ¿Podría detener al responsable antes de convertirse en su próxima víctima?