Bajo el cielo estrellado de la noche, Makoto Tobita se encontraba de pie en el patio de la escuela, mirando fijamente a la inmensa figura de Mana Eimiya, la chica gigante que se había enamorado perdidamente de él. Las estrellas parecían titilar con complicidad mientras Makoto trataba de comprender la magnitud de lo que estaba sucediendo. Aunque había hecho una promesa audaz, nunca imaginó que el destino le llevaría a tal situación surrealista.
Mana, con sus ojos brillantes llenos de amor, se inclinó para mirar a Makoto a los ojos, sus labios formando una sonrisa tímida. El corazón del joven latía con fuerza en su pecho, sintiendo una mezcla de emociones indescriptibles. Sabía que había algo especial en Mana, algo más allá de su estatura imponente y su fuerza sobrenatural.
En medio de la noche, Makoto se dio cuenta de que su vida había dado un giro inesperado y emocionante. No sabía qué depararía el futuro, pero una cosa era segura: estaba decidido a hacer que Mana sonriera, no por su promesa, sino porque en ese momento, en medio de la oscuridad y el silencio de la noche, se dio cuenta de que el amor verdadero no entiende de tamaños ni de convencionalismos.