Bổ Sung Bài Học
En la clase suplementaria, María parecía estar distraída como siempre. Sus notas seguían siendo bajas a pesar de sus esfuerzos por estudiar. La profesora, intrigada, decidió observarla más de cerca.
Una tarde, la profesora se quedó hasta tarde en la escuela y vio a María entrar en el aula sin saber que estaba siendo observada. Para su sorpresa, María no abrió ningún libro ni sacó ninguna libreta. En cambio, sacó un estuche de pinturas y comenzó a dibujar en silencio.
Lo que la profesora no sabía era que los dibujos de María no eran simples garabatos, sino retratos detallados de una chica con cabello largo y ojos brillantes. Cada trazo revelaba una historia de amor y complicidad que María parecía guardar en secreto.
Intrigada por lo que veía, la profesora decidió acercarse a María y preguntarle sobre sus dibujos. Fue entonces cuando María confesó que, en realidad, la razón de su distracción no era la falta de ganas de estudiar, sino la necesidad de expresar sus sentimientos a través del arte.
A partir de ese día, la profesora decidió ayudar a María a equilibrar sus estudios con su pasión por el dibujo, descubriendo juntas un mundo donde los colores y las palabras se fusionaban para crear una historia que solo el corazón de María podía contar.
El aula suplementaria se convirtió en un lugar donde los sueños se volvían tangibles y donde María pudo aprender la lección más importante de todas: que a veces, las verdaderas lecciones de la vida se encuentran en los lugares más inesperados.