Bajo la lluvia intensa de la tarde, Mei vio al minúsculo gato atascado en la rama del árbol y no dudó en trepar rápidamente para salvarlo. Sin embargo, la rama resbaladiza traicionó sus pasos y Mei cayó de bruces, directamente en los fuertes brazos de Akihiko. El impacto no solo rompió las gafas del chico, sino que también desató un encuentro inesperado.
Con una mezcla de confusión y preocupación, Akihiko ayudó a Mei a ponerse de pie y le ofreció llevarlo a casa. Pero Mei, en un intento por compensar de alguna manera el accidente, insistió en trabajar en la tienda donde Akihiko era empleado a tiempo completo. Este gesto de determinación y valentía no pasó desapercibido para Akihiko, quien, a pesar de sus reservas iniciales, permitió que Mei se uniera al equipo.
Lo que ninguno de los dos esperaba era la chispa instantánea que surgió entre ellos, una conexión que iba más allá de la simple gratitud. A medida que compartían largas horas en la tienda, descubrieron similitudes sorprendentes en sus pasados y sueños entrelazados para el futuro. Entre risas compartidas y miradas furtivas, nació una historia de amor dulce y, al mismo tiempo, llena de desafíos inesperados.