En una soleada tarde en la escuela secundaria Nakanishi, dos chicas, Emi y Sakura, se encontraban frente a frente en el patio. Una caja de deliciosas donas reposaba entre ellas, esperando a ser reclamada por la ganadora de su enfrentamiento. Con miradas desafiantes, decidieron resolver la disputa al estilo clásico: piedra, papel o tijeras.
El ambiente se cargaba de tensión mientras las chicas cerraban los puños, listas para el desafío. Emi, con su cabello corto y mirada decidida, parecía confiada en su elección. Sakura, por otro lado, tenía una sonrisa traviesa en su rostro, insinuando una posible estrategia sorpresa.
¡Piedra, papel, o tijeras! Los puños se abrieron, revelando los movimientos de cada una. Emi eligió tijeras, mientras que Sakura mostró una piedra. Un instante de silencio tenso se apoderó de ellas antes de que Sakura rompiera en risas triunfales.
"No te preocupes, Emi", dijo Sakura con una sonrisa burlona. "Prometo compartir estas donas contigo, ¡pero hoy la victoria es mía!"
Emi aceptó la derrota con gracia, admirando la determinación de su amiga. Sabía que, al final del día, lo importante no era la caja de donas, sino la amistad camaradería que compartían. Una lección valiosa que fortalecería su vínculo más allá de cualquier disputa trivial.