En lo más alto del puente, Kiriko se aferraba al borde, con lágrimas en los ojos y el corazón lleno de dolor. Estaba lista para saltar, para poner fin a todo de una vez por todas, pero en ese preciso instante, una figura misteriosa se acercó a ella. Era Aurelia, una vampiresa antigua con ojos profundos y una sonrisa enigmática.
Aurelia no pronunció palabra alguna al principio, solo la observó con atención, como si pudiera leer cada pensamiento en la mente de Kiriko. Lentamente, extendió su mano pálida hacia la joven estudiante, ofreciéndole una elección que cambiaría su destino para siempre.
Kiriko se quedó paralizada, sin comprender los motivos de aquella extraña criatura que ahora le tendía la mano. ¿Por qué una vampiresa estaría interesada en salvarla de su propio final? ¿Y qué secretos ocultaba Aurelia detrás de su mirada penetrante?
Con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho, Kiriko tomó la mano de Aurelia, sin saber que ese simple gesto desencadenaría una serie de eventos que desafiarían todo lo que creía conocer sobre sí misma y el mundo que la rodeaba.