Bajo el manto de la helada eterna, el conflicto entre humanos y Ashen alcanzó su punto álgido en el gélido páramo conocido como El Campo de Nieve Ceniza. Allí, entre los copos de nieve que caían sin cesar, se libraba una batalla despiadada por el poder y la supervivencia.
Dos figuras emergieron de la ventisca, con los ojos ardiendo con la determinación de la venganza. Uno era un guerrero humano con el corazón endurecido por la pérdida, sus manos aferradas a la espada empuñada con furia. El otro, un Ashen, con la piel pálida como la nieve y habilidades sobrenaturales que desafiaban la lógica.
En medio del conflicto, se encontraron solos, frente a frente, con el eco de la batalla resonando a su alrededor. En un instante, el guerrero humano lanzó un grito de desafío, desafiando al Ashen a un duelo a muerte. El Ashen, con una mirada fría e impasible, aceptó el desafío, sabiendo que solo uno de ellos saldría con vida de esa helada llanura.
La nieve caía con más intensidad mientras los dos adversarios se lanzaban el uno contra el otro con ferocidad, cada golpe resonando en el silencio del campo de batalla. En ese momento, en medio de la tormenta de nieve y sangre, se forjó una alianza inesperada entre dos almas destinadas a luchar hasta el final en un mundo donde la compasión era un recuerdo lejano y la única regla era sobrevivir a toda costa.