El sol caía lentamente detrás de los edificios, lanzando sombras alargadas sobre las calles vacías de la ciudad. Dos figuras en moto se abrían camino a través del laberinto urbano, con destellos metálicos brillando en la luz moribunda. Uno de ellos, con una chaqueta de cuero desgastada, miraba fijamente al frente, su rostro impasible reflejando la determinación de quien busca respuestas en lo desconocido. El otro, más joven, se aferraba con fuerza a su asiento, temeroso pero decidido a seguir adelante.
De repente, un crujido metálico resonó en el aire, haciendo que los dos se detuvieran bruscamente. Frente a ellos, emergiendo de entre los escombros, apareció una criatura que desafiaba toda lógica y realidad. Mitad anciano, mitad cangrejo, con ojos brillantes de saber antiguo y garras afiladas como cuchillas, la criatura los observaba con una mezcla de curiosidad y malicia. Detrás de ella, flotando en el aire con gracia surrealista, estaba el kappa, la rana voladora antropomórfica que había oído hablar en las leyendas más oscuras.
"¿Qué buscan en este lugar olvidado por los dioses?", susurró el anciano cangrejo con una voz que resonaba en sus mentes.
El joven motociclista vaciló, sintiendo el miedo apoderarse de él, pero su compañero avanzó con determinación. "Buscamos respuestas", respondió con voz firme. "Respuestas que solo aquellos como ustedes pueden tener."
La criatura sonrió con una sonrisa llena de misterio y peligro. "Entonces, siganme", dijo, girando sobre sí misma y comenzando a avanzar por un estrecho callejón. Los dos motoristas intercambiaron miradas nerviosas antes de seguir a la extraña procesión hacia lo desconocido, donde secretos antiguos y terrible verdad aguardaban encontrar.